domingo, 4 de agosto de 2013

Capítulo 3


Capítulo 3: _____.





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Sentí miradas penetrantes sobre mí, mientras me reincorporaba a mi lugar junto a la rubia en el salón nuevamente. Los murmullos detrás de mí aumentaban y nadie se molestaba en disimular que era yo su tema de conversación. Sin embargo, me sentía satisfecha. Sonreí, triunfante, al ver el furioso rostro de aquél muchacho rizado que me ignoró por completo al pasar por mi lado. Giré a verlo una vez que el ya se encontraba ubicado y sentado en un escritorio. Ésta vez él estaba mirándome también, mantenía su vista fija en mí, como si tratara de asesinarme con ella. Me sentí intimidada, ese par de ojos verdes esmeralda causaban ese efecto en mí. Desvié mi vista al frente, dónde un profesor de tez blanca y cabello canoso se encontraba parado. 
Otra clase aburrida. O al menos, eso hubiera preferido. ¡Gracias de nuevo Styles!

Un par de risas bastante peculiares sonaba en el fondo del amplio salón. Nada más y nada menos que el señor Styles y su compañero y amigo Louis. Puedo jurar que sabía que todas esas risas burlonas eran para mí. Pude escuchar varias veces mi nombre y algunos que otros insultos. 

— ¿Pueden compartir con toda la clase el motivo de su risa?— preguntó el profesor dirigiéndose a los muchachos. Pude notar como Louis trataba de contener su risa, haciendo su mejor esfuerzo para mantenerse callado. Mientras tanto Harry lograba borrar de su rostro su sonrisa y por fin, ponerse serio.
— Le explicaré, profesor. La señorita de adelante no ha dejado de tirarme papelitos que dicen "te amo". ¿No es así, _____? ¿Por qué no le explicas al profesor?— dijo el de ojos verdes mirándome insinuante. Entendí lo que quería hacer.
— En tus sueños, Styles— me apuré a decir.
— Según este mensaje, eres tú la que sueña conmigo— dijo levantando un papel que seguramente acababa de escribir. 
— Vaya, me sorprendes, eres aún más idiota de lo que pensé. Imbécil.
— ¡Cuidado con esa boca, preciosa! Se nota que eres de Nueva York. 

Luego de unos minutos más de insultos y peleas, lo único que pudimos conseguir fue un castigo fuera del horario. Definitivamente, él estaba haciéndome el día difícil, sin embargo, más que "peligroso" me parecía infantil y patético. No soportaría pasar una hora con él durante el castigo, limpiando la piscina, solos. El sólo hecho de pensarlo me resultaba agobiante, ya lo odiaba, y él a mí. 

El horario de salida había concluido. Hubiera preferido, claramente, volver a casa y relajarme luego del primer y agotador día de clases. Pero no, el señor rebelde lo había arruinado todo. 

— ¿No piensas mover tu maldito trasero y hacer no sé... algo?— pregunté con fastidio al notar que él se encontraba cómodamente sentado en una de las reposeras. 
— De hecho, me gusta más ver el tuyo trabajando— dijo mirando mi trasero sin discreción. Lo miré con desagrado. 
— Eres repugnante— respondí con un gesto de asco. Pude notar que ignoró completamente mis palabras y siguió en su posición. Me acerqué y casi sin pensarlo tiré sobre él el balde de agua con el que había estado limpiando. Solté una carcajada al verlo completamente empapado. Incluso se veía tierno, sus rizos no habían desaparecido y sus ojos se abrieron como platos, dejando así a la vista esos faroles esmeralda. Apretó sus labios al igual que sus puños. Se veía a simple vista, una enorme impotencia brotando de su alma. 

Se acercó a mí y me rodeó con sus brazos por la espalda. Sus manos se deslizaron hasta mis caderas. Me apretaba con fuerza. Mi sonrisa se borró por completo. Sentí frío al primer tacto con su cuerpo mojado, luego el calor se apoderó de mí, pese a que ahora yo también estaba empapada. Tragué saliva y el rió, tomando distancia de mí. Aproveché para alejarme, debo admitir que sentí cierto temor en ese momento. Volvió a tomarme, ésta vez agarró mi mano con fuerza y me atrajo hasta él. Me hacía daño, era violento. 

— Sal conmigo el viernes— me ordenó, susurrándome al oído. 
— ¿Qué?— balbuceé. 
— Lo que oíste, sal conmigo el viernes. Es lo único que te pido, será como una forma de pedirme perdón— me separó de él. 
— ¿Me dejarás en paz si lo hago?
— Tal vez. 
— Entonces tal vez salga contigo— dije con una sonrisa audaz. 

"¿Qué tienes bajo la manga Styles? No caeré en tu trampa, puedo ser más peligrosa que tú" pensé.

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 2


Capítulo 2: Harry. 













Pude sentir la mirada penetrante de la castaña nuevamente en mí. Me había estado observando hacía rato, sin ninguna expresión en su delicado rostro. Para ser sincero, también me había detenido a mirarla cuando entró al salón. Era una chica de cabello color trigo, castaño. Dueña de unos grandes ojos miel, y facciones delicadas y perfectas. Casi podía ver lo que había detrás de esa corta falda, la cuál estaba seguida de unas piernas tonificadas y bronceadas. Vi los ojos de mis compañeros salirse de sus órbitas al verla caminar, moviendo sus caderas de un lado a otro. 
Lo único que me gustaba de este maldito lugar eran las chicas, todas las chicas eran lindas allí. Lástima sus personalidades, pero daba igual. 

— ¿Has notado como te mira?— preguntó mi amigo Louis, haciéndose notar con un codazo.
Giré para verla, efectivamente, sus enormes ojos estaban clavados en mí. Cruzamos las miradas, sin embargo, ésta no desvió para nada sus ojos. 
— Sé lo que quiere— dije pensando en que seguramente ella moría por meterse en mi cama y ser la envidia de todas las demás— Pero no creo que tenga suerte. No hoy. 
— No lo sé, es linda— agregó mi amigo mirándola de pies a cabeza.
— Sí, como sea— asentí indiferente— Todas aquí son lindas, no es tan diferente— concluí. No me emocionaba que otra chica linda estuviera aquí, pero pensé que podía divertirme con ella, si es lo que quería. 

Caminé con firmeza hacia dónde se encontraba parada. Ella notó que me acercaba cada vez más y desvió la vista de mí. Reí al observar cómo sus mejillas se sonrojaban y se ponía nerviosa. Sí, solía causar ese efecto en las chicas. 

Cuando por fin la tuve enfrente no dudé en hacerla enfadar. Tome con ambas manos la falta entablonada de ________ y la bajé con fuerza, dejando a la vista de todos un perfecto trasero y su ropa interior rosada. Reí con fuerzas y sentí las risas de los chicos tras de mí. 

— Nada mal— dije observando, sin un poco de vergüenza. El color bronceado de su rostro ahora se había transformado en un rojo potente. Sus ojos me miraron con furia, desafiantes. Eso me sorprendió, jamás una chica me había mirado de ese modo. Cumplida mi misión me alejé de ella, triunfante. 

— ¿Cuál es tu maldito problema, idiota?— sentí su dulce voz enfadada. Remarcó la última palabra. Volteé a verla, aún sin poder creer que ella estuviera hablándome así. Había puesto su falda en su lugar, y ahora me miraba, fulminante con una mano en la cadera. Escuché que las risas pararon y ahora sólo se escuchaban murmullos de la gente. 
— No _____, no— le susurraba su nueva amiga rubia, temerosa. 
— Déjame, ¿quién se cree este imbécil para hacerme eso?— dijo quitando el brazo de Lily de su cuerpo— Pídeme perdón, Styles. 
— No sabes con quién te estas metiendo, preciosa. 
— No me asustas. 
— Ten cuidado con lo que dices. 

Ella se acercó a mí sin temor alguno y dejó su mano grabada en mi mejilla de una bofetada. Reí irónico e incrédulo. Se alejó de mí más rápido de lo que imaginé. En un abrir y cerrar de ojos ella ya no estaba. 

¿Segura señorita Pierce? Empezaste el juego, ahora debes jugarlo.

domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 1


Capítulo 1: ______. 


                                                                        .

Aún no me acostumbraba a las constantes lluvias, ni a ese frío viento que traspasaba las persianas de mi ventana. Suspiré, rendida. Aunque tuviera una ganas locas de volver a Nueva York, de reencontrarme con mis amigos, de volver a mi vida de antes, era inútil cualquier cosa que intentara para convencer a mi padre. Debía entenderlo, estábamos en Londres por cuestiones de un mejor trabajo y un mejor futuro para mí. 
Me pregunté si para mi padre todo esto había sido tan difícil como lo fue para mí. 

Me observé en el espejo durante unos segundos, comprobando así que mi uniforme estuviera impecable. Tenía que causar una buena impresión, al menos los primeros días de clases. Nunca fui una de esas chicas a las cuales les importa lo que los demás piensen de ella, pero debo admitir que me preocupaba el hecho de ser la nueva, y no solo en el instituto, sino también en la ciudad. 

Mi padre tenía mucho trabajo ahora, por lo que me correspondía manejarme sola en el trayecto de casa al instituto. Después de ciertas indicaciones pude llegar sin problema alguno a éste. 

Revisé unos apuntes que tenía en mi mano: "Aula 106" leí. Allí es adónde debía llegar. Por suerte, no tardé demasiado en encontrarla. Ya estaba algo retrasada, pues aún no me acostumbraba del todo al horario. Abrí la puerta sin remordimientos, de una manera algo descortés. 

— Tú debes ser...— dijo una señora la cuál supuse, era la profesora, mientras bajaba sus gafas a su nariz, mirándome con cierto disgusto. 
— ______ Pierce— completé. 
— Bien, señorita Pierce, tome asiento. 

Busqué con la mirada algún lugar disponible. Sólo había dos: uno se encontraba junto a una rubia de cabello ondulado y una sonrisa simpática, y el otro estaba ubicado junto a un muchacho que no pude evitar detenerme a observar. Éste se encontraba con la cabeza gacha, dejando a la vista una perfecta cabellera rizada y unos ojos efervescentes verdes, los cuáles no pude ver detalladamente ya que el chico mantenía su vista a unos apuntes en su escritorio. Opté por sentarme al lado de la rubia, tal vez me haría bien hacer una amiga. 
Volteé a verlo nuevamente, pero él seguía sin mirar al frente. 

— Es guapo, ¿verdad?— preguntó la chica de la enorme sonrisa.
— No, yo solo...— balbuceé. 
— Esta bien, es cierto— dijo al notar que yo había quedado algo embobada con aquél rizado— Es muy guapo, de hecho, todas aquí morimos por él. Pero no es bueno acercarse a él, ¿sabes? 
— ¿A qué te refieres?
— Ya sabes, el es mujeriego, mentiroso, rompe corazones, y peligroso. Muy peligroso. No debes meterte con él. Es un consejo y creo que deberías escucharlo. 
— ¿Peligroso?— reí. — ¿Qué tan peligroso podría ser un chico de diecisiete años?
— No tienes idea. Te sorprendería— dijo desviando su vista disimuladamente hacia él. Luego la devolvió a mi, cambiando su cara de seriedad por una convincente sonrisa— Por cierto, soy Lily. 

Aquella chica parecía ser agradable, pude entablar una conversación larga y entretenida. Parecía estar muy interesada por saber cómo era Nueva York, y mi vida allí. Estando con ella pude acercarme más a las otras chicas del instituto, comprendí tres cosas durante las charlas: la primera es que eran completamente diferentes a mí. La segunda era que todas estaban completamente enloquecidas y enamoradas de Harry Styles. Y la tercera era que le temían. 

"¿Qué escondes Styles? ¿Cuál es tu secreto?" Me preguntaba.

Rudeboy

Rudeboy. 




El chico rudo, el peligroso, el que jamás se enamora. ¿Habrá alguien capaz de demostrar lo contrario? ¿Habrá alguien capaz de sacarle la máscara?